Fortalecer la economía violeta mejorará la calidad de vida de los países

La economía violeta es una manera de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), metas que se espera lograr hasta 2030.

El principal en el que trabaja este modelo económico es el quinto: la igualdad de género. La reivindicación de los derechos de las mujeres es un tema fundamental en la agenda mundial.

Según ONU, una economía violeta, apunta a reducir la brecha de género en el mundo del trabajo, además, exige reforzar el sistema de protección social y de cuidados para reducir las barreras de acceso al mercado laboral de las mujeres. Un elemento fundamental de la reivindicación es la solvencia e independencia financiera.

De acuerdo con Paola Gutiérrez, especialista de empoderamiento económico y protección social en ONU Mujeres en Ecuador, “generar más oportunidades y liderazgo para las mujeres no solo reduce las brechas de género, también mejora la productividad de los países”.

Esto lo confirma la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El aumento de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, o la reducción de la disparidad entre la participación de mujeres y hombres, produce un crecimiento económico más rápido. Esta premisa es uno de los fundamentos de la economía violeta.

¿Por qué violeta?

El uso de colores para distinguir actividades económicas es común; la economía naranja, tiene como referencia a los créditos de la cultura y el ocio; la economía verde hace referencia al modelo sostenible que mitiga riesgos ambientales; entre otros ejemplos. Este color, se ha convertido en el emblema de la lucha por la reivindicación de derechos de las mujeres.

El aterrizaje de esta forma de entender la economía con el componente de género en el ejercicio financiero es, no solo una responsabilidad del Estado y la generación de políticas públicas también es el deber de las instituciones financieras proporcionar servicios y productos que se ajusten a la realidad de las mujeres en respuesta a sus necesidades.

Según datos de Global Findex, las mujeres tienden a un menor acceso a las instituciones financieras y mecanismos de ahorro formales. Mientras el 55% de los hombres informa tener una cuenta en una institución financiera formal, esa proporción es de sólo el 47% en el caso de las mujeres en todo el mundo.

Esta información aterriza en Ecuador en donde las mujeres, según Gutiérrez, no tienen acceso al sistema financiero por no crear historial crediticio. Esto a su vez, es efecto de la precarización laboral de las mujeres, quienes deben vencer impedimentos sociales para conseguir independencia económica con los derechos de ley.

Para esto, es necesario un cambio estructural de la sociedad. En el mercado laboral formal 44,8% de hombres trabajan en empleos adecuados frente al 30,6% de mujeres, de acuerdo con los datos recabados por el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos hasta 2019. Esto, debido a diferentes factores como los cuidados del hogar no remunerados o el ejercicio de la maternidad.

El trabajo multidimensional para cambiar esta realidad es fundamental. De acuerdo con un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (CAF) que analiza la Inclusión Financiera de las mujeres en América Latina, esta constituye un factor importante para el empoderamiento y autonomía económica de las mujeres, pero es necesario un cambio estructural en la oferta de servicios y productos financieros y no financieros.

En efecto, la Corporación Financiera Internacional (IFC), ha estimado que a escala mundial existe una brecha de USD. 287 000 millones para el financiamiento a pequeñas y medianas empresas formales propiedad de mujeres, en donde América Latina se ubica como la región con la brecha más grande con USD. 85 638 millones. El estudio también muestra que más del 70% de las pequeñas y medianas empresas de propiedad femenina de los países en desarrollo tienen un acceso inadecuado a los servicios financieros o no lo tienen.

Si en Ecuador, el 99 de empresas son pequeñas y medianas y muchas de estas son lideradas por mujeres el empoderamiento de las emprendedoras, el verdadero reto es que las mujeres puedan insertarse de manera formal en el sistema financiero y laboral para ser sujetos de crédito.

Para la superintendente de Economía Popular y Solidaria, Margarita Hernández, es fundamental que las instituciones financieras conozcan las necesidades de las mujeres para desarrollar productos y servicios efectivos para las mujeres. “La entidad financiera debe comprometerse a estudiar la realidad de las mujeres, a diseñar servicios con base en datos socioeconómicos”.

Según la máxima autoridad de la Economía Popular y Solidaria, en el sistema del cooperativismo se han implementado una serie de cambios interesantes. La Cooperativa de Ahorro y Crédito Mujeres Unidas (CACMU) es un referente de buenas prácticas respecto a la adecuación de servicios financieros y no financieros.

Además, las políticas públicas trazadas por el Gobierno Nacional permiten que a través de la Corporación Nacional de Finanzas Populares y Solidarias (CONAFIPS), el 50% de los recursos gestionados con multilaterales, estén en manos de emprendedoras del país, según Roberto Romero, presidente del Directorio de la Corporación.

Para Romero, la verdadera inclusión financiera es visible solo cuando los recursos gestionados por el gobierno llegan a quienes más los necesitan.

“La productividad del país crecerá solo si fortalecemos la inclusión y participación de las mujeres en la economía”.

Para el crecimiento económico el sector del cooperativismo es clave. Más del 80% de la generación de empleo del país se concentra en este segmento. La cercanía de los socios con las cooperativas de ahorro y crédito, permiten que estas instituciones puedan solventar de mejor manera las necesidades.

De ahí, la importancia de que estas instituciones encaminen sus esfuerzos a conocer las necesidades de las emprendedoras para la concesión de créditos. A este factor se suma que cuando una mujer consigue la independencia financiera la calidad de vida de la sociedad mejora no solo en temas económicos, también en áreas como salud y educación.

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